Muchas mujeres tenemos dudas respecto a esta práctica sexual; es importante que sepamos que la educación es lo más importante antes de practicarlos, conocer el tema y no los mitos a su alrededor.
Últimamente pareciera que el sexo anal heterosexual se ha puesto de moda. Y existen numerosas parejas que lo practican. Pero, la verdad es que muchas mujeres sólo lo hacen para complacer a su pareja, no por propio gusto.
Tradicionalmente, el sexo anal entre parejas heterosexuales fue una variante de la sexualidad, no siempre bien vista, que contribuía al control de la natalidad. Al principio se utilizaba más como una forma de evitar tener hijos. Y con el tiempo se empleó como una variante más de las prácticas sexuales.
Sodomía es otro nombre para referirse al sexo anal. Actualmente, la práctica habitual del coito anal se encuentra en torno al 10% de la población masculina y femenina. Parece probado que las mujeres urbanas con bajos ingresos suelen tener una experiencia con el coito anal (entre el 9% y el 38%) superior al de las universitarias (12%).
Razones de rechazo
Las mujeres terminan aceptando en mejor o menor grado el sexo anal por amor a su pareja. Es posible que con el tiempo se acostumbren y terminen aceptándolo con agrado. Pero, inicialmente, el sexo anal es algo que tienden a rechazar casi todas las mujeres.
Las razones de dicho rechazo son bien sencillas. Y no se trata, simplemente, de que esa actividad resulte un tabú para ellas. Es verdad que algunas rechazan el sexo anal porque no admiten que entre nada por un lugar destinado a que sólo salgan cosas, o porque supongan que ese tipo de actividad sólo es propia de la homosexualidad femenina y, por tanto, deduzcan que si su pareja se lo propone es porque tiene algo de perverso o de homosexual.
Hay otras razones prácticas para ese rechazo. Por un lado se encuentra el temor de las mujeres al dolor que dicha práctica pueda ocasionarles. Un dolor que es auténtico, nada imaginario, que se debe a la intensa contractura refleja del ano cuando algo intenta abrirlo abruptamente.
Un reflejo fisiológico, destinado a evitar episodios desagradables que no se mencionarán aquí pero que todos los lectores podrán imaginar. Sólo un proceso de habituación al sexo anal permitirá que dicho dolor desaparezca cuando la costumbre permita a la mujer relajar espontáneamente el esfínter anal para dejar entrar al pene.
El papel de la mujer
Las mujeres suelen ser el sujeto pasivo en el mismo. Y no hago referencia a la postura o a la actitud respecto a la sodomía sino a la propuesta de esta actividad sexual: pues generalmente la hacen los hombres.
.Porque, aunque es cierto que existen mujeres que tienen una experiencia de coito anal superior a la de algunos hombres homosexuales, lo cierto es que el coito anal resulta más atractivo para los hombres que para las mujeres. Probablemente, a los hombres les seduce el aspecto animal de este tipo de encuentro, además de que al ser más cerrado el esfínter anal que la vagina, les proporciona sensaciones más intensas.
La higiene y demás
Por otro lado, entre las razones del rechazo, se encuentran las cuestiones higiénicas. A las mujeres les preocupa tanto qué hacer antes de la relación, para que el terreno se encuentre limpio y sin restos de heces, como, también, semen manchar el pene con esos restos después del acto.
En ocasiones, las medidas preventivas que hay que poner en marcha para ambas situaciones disuaden, por sí solas, a cualquiera.
Y una tercera razón para rechazar el sexo anal es que este no procura a la mujer sensaciones eróticas relevantes. Las mujeres que lo practican pueden sacar placer del contacto físico; de la situación que ocasiona: un contacto muy primitivo e instintivo; de proporcionar a su pareja unas sensaciones de ese tipo.
Pero el ano, aunque tiene terminaciones nerviosas que pueden trasmitir sensaciones eróticas, estas sólo se despiertan con las caricias, no con la inserción del pene en el ano.
El coito anal no produce las sensaciones eróticas que las mujeres sienten en el vaginal y, por descontado, no lleva a ninguna mujer al orgasmo. El ano está más lejos del clítoris que la vagina y, por tanto, no recibe ninguna clase de estimulación durante el coito anal. Es necesario que el hombre masturbe a la mujer (lo que no siempre es fácil, sobre todo en la posición del misionero) o que ella se lo haga a sí misma (a lo que no siempre se atreve) para llegar al orgasmo.
No puede extrañar, por tanto, que las mujeres se muestren reticentes a practicar el coito anal. A ellas no les produce gran cosa.
Consejitos para que te resulte placentero:
-Compren condones y lubricante a base de agua en una farmacia. El ano no es sucio como tal, sencillamente contiene bacterias que pueden ser nocivas para otras partes del cuerpo.
-También el condón debe usarse por higiene, ya que las bacterias del ano, incluso materia fecal puede introducirse en la uretra y causarle una infección a tu pareja.
-Usen mucho lubricante, nunca es demasiado. Úsalo en el ano directamente, en el pene o en el dedo que vayas a introducir.
-Si van a experimentar introduciendo objetos en el ano, asegúrense que tengan un tope o desnivel, algo que los detenga de ser introducidos sin límite, ya que el recto produce un movimiento natural de succión, y si el objeto no tiene tope, puede “perderse” allá adentro y puedes terminar en el hospital.
-El ano y sus alrededores deben ser estimulados de previo con los dedos o la lengua para que se relaje el esfínter y facilite la penetración.
-Cuando vayas a iniciar la penetración, puja un poco, como que quisieras defecar. Esto ayuda a dilatar el esfínter y hacer más fácil la penetración.
La mayoría de las mujeres le temen al sexo anal porque piensan que es doloroso, cuando en realidad puede ser una práctica satisfactoria para ambas partes
Muchos hombres están casi obsesionados con el sexo anal, es como “la última frontera”, precisamente porque es tan “prohibido”.
Hay que tener cuidado de no hacer nada solo por complacerlo. Si el sexo anal es una práctica que está en contra de tus límites personales con respecto a la sexualidad, no deberías hacerlo.
Tu pareja debe comprender y respetar tus límite, especialmente en la cama y nadie tiene derecho a presionarte a hacer algo que no quieres hacer.