El acto del beso ejercita unos 35 músculos faciales, mejora la autoestima, activa la circulación sanguínea así como secreciones hormonales con eficacia analgésica.
El beso es muestra de afecto, estimación, reverencia, distinción, culto, sumisión, intimidad, humildad… y su origen es tan antiguo como la vida misma. De acuerdo con los antropólogos, se remonta a los orígenes del hombre y se da por primera vez de la madre hacia su hijo, cuando masticaba la comida hasta hacerla puré que luego pasaba de su boca a la de su pequeño para alimentarlo. Otros lo asocian con el impulso de succión del bebé, con el canibalismo o con la costumbre de tribus primitivas de olfatearse y olerse. Tampoco se sabe si es un acto aprendido o una conducta instintiva, ya que en algunas culturas de Asia y África, no se practica.
Pero, aunque muchas especies animales despliegan actitudes semejantes, en sí, el beso, con sus connotaciones culturales, es propio de los seres humanos.
Entre las primeras referencias de la historia del beso se da en los antiguos textos vedas: los templos de Khajuraho y Konarak (1,500 a.C), en India, muestran escenas eróticas, besos incluidos, esculpidas en sus muros. El Kamasutra (escrito entre el 240 y el 550 d. C) describe tres clases de besos: el nominal, en el que los labios apenas se tocan; el palpitante en el que sólo se mueve el labio inferior; y el beso de tocamiento, en el que participan labios y lengua.
La Biblia destaca la importancia del beso entre los antiguos judíos, quienes lo utilizaban como saludo, reverencia, perdón… aunque también describe el beso de codicia-cuando Jacob besa a Isaac, su padre y le hace creer que es Esaú, el primogénito, con la intención de quedarse con la bendición de su padre y con la jefatura de la familia-, y el tristemente célebre “beso de Judas”, con el que Judas entrega a Cristo y se condena para siempre.
En el siglo I a. de C., Cátulo escribe en sus poemas a Lesbia: “Dame mil besos y luego cien mil, luego otros mil, luego cien mil…”. Y en la antigua Pompeya, también el beso se inmortalizó en sus frisos.
El beso, un camaleón en la historia
El beso también varía su significado de acuerdo con la época, la región geográfica y la cultura. Entre los antiguos persas, los hombres se daban besos en la boca, pero entre personas del mismo nivel.
Hasta la segunda mitad del siglo IV a.C., los griegos sólo permitían besos en la boca entre padres e hijos, hermanos o amigos muy cercanos. El filósofo Platón declaraba “sentir gozo al besar”. Incluso le atribuían poderes curativos.
Durante el Renacimiento, el beso en la boca era una forma de saludo común. En el siglo XV, el beso era común entre los nobles franceses, mientras que en la vecina Italia, si un hombre besaba a una doncella en público, debía desposarla de inmediato, y en la Rusia zarista, una de las más altas formas de reconocimiento oficial era un beso al zar.
Con el tiempo, pasó de ser una muestra de respeto, reverencia o afecto a ser también una expresión de amor hacia la otra persona y ha sido protagonista en todas las bellas artes, e incluso de la ciencia: el beso de Romeo y Julieta, el de Hayez, el Beso de Rodin o de Klimt, sólo por mencionar algunos. Sin embargo, también ha sido censurado: durante la Revolución Industrial, la gente ya no podía besarse en público; pero resurgió con mayor brío como símbolo de libertad: en la década de 1960, la gente se rebeló y para demostrarlo hacía lo que no se podía: besarse en público.
El beso al desnudo
-Al estudio del beso se le llama filematología.-Los labios son la parte más sensitiva del cuerpo humano. El músculo más importante para besar es el orbicularis oris, que permite fruncir o plegar los labios cuando se besa.-Algunas enfermedades pueden transmitirse por el beso: la mononucleosis o “enfermedad del beso”, o el herpes, los famosos “fuegos”.
“¿Qué es un beso? Al fin y al cabo, un juramento un poco más cerca, una promesa más precisa, una confesión que necesita confirmarse, un apóstrofe rosa sobre la i de ‘te idolatro’”
Cyrano de Bergerac,Edmundo de Rodstand
